La
destrucción de libros es una obligación de la
imprenta. Se destruyen aquellos
libros impresos con defectos de
impresión o los
libros de muestra que no han sido validados por el cliente, que ha decidido no aprobar la muestra y tampoco ha dado la luz verde para realizar la tirada final de los
libros. Por consiguiente, la
imprenta tiene que deshacerse de esos
libros impresos que no han pasado un control de calidad o han sido rechazados por el cliente, ya que no serán comercializados.
En principio, el cliente no tiene que pagar ningún coste por su destrucción. Sin embargo, un caso diferente sería cuando ya se hayan imprimido todos los libros después de que el cliente haya aprobado su tirada, pero que por motivos responsabilidad del cliente no quiera los ejemplares cómo han quedado y decida solicitar a la imprenta su destrucción y una nueva tirada con las modificaciones. En este caso se podría cobrar un coste por la destrucción de los ejemplares, además del importe para otra nueva tirada a cargo del cliente.
A pesar de que algunos libros impresos puedan estar casi perfectos, no pueden ser donados, ni regalados, sin el consentimiento del autor. Afortunadamente, hoy en día con las tiradas cortas en la impresión digital no hay que destruir muchos ejemplares. La imprenta tiene contratada una empresa de reciclaje que recoge dichos libros y los destruye, aunque no se acostumbra a tener ningún certificado de destrucción de esos ejemplares en concreto.
Otro caso diferente es el de la destrucciones de libros por las editoriales. Las razones son múltiples. Pueden ser por cuestiones comerciales, por el coste de espacio y almacenaje, etc. Por otra parte, la alternativa de donarlos a bibliotecas o a instituciones no es la mejor solución para el negocio editorial, pero es una buena causa social, aconsejamos antes de destruir libros impresos poder donarlos, y dar la oportudad de que los libros impresos sean leídos por lectores con menos recursos.